El último de los valencianos es una ucronia con elementos novedosos clave. Guillermo Colomer (Alzira, 1966) lo escribió con la intención de dar una forma literaria a un País Valenciano que, según él, podría haber existido si el valencianismo, por un lado, hubiera superado los obstáculos de una burguesía inepta y servil. y de una intelectualidad muy alejada del pueblo y, por otra parte, habría encontrado un tercer camino entre el sometimiento castellanizante a Madrid y el seguidismo de Cataluña y el ideal “utópico” de los Países Catalanes.
En las más de quinientas páginas de la novela, que está escrita en un valenciano dialectal y tiene un arco temporal que va desde la Guerra Civil hasta principios del siglo XXI, aparecen personajes históricos como Joan Fuster, Manuel Broseta y Manuel. Sanchis Guarner, trashumancia ficticia de personajes reales (Marcel Ferrandis es Amadeu Fabregat, los premios Corella se refieren al octubre, el diario Sucursal Actua con Las provincias) y personajes de ficción. Entre estos últimos destacan los miembros de la familia Daràs, desde el patriarca que levantó la fortuna familiar gracias al “oro verde” de los naranjos hasta su nieto, un arquitecto carismático que se dedica a la política y que, al frente de un Partido Popular inconcebiblemente regionalista, primero obtiene la alcaldía de Valencia y, finalmente, la presidencia de la Generalitat, todo con la misión de unir la sociedad valenciana y revalencianizarla.
Para Colomer, el hecho clave en la historia reciente del País Valenciano, y por tanto también en la novela, es la Batalla de Valencia, la brutal operación estatal “que rompió el alma de los valencianos para salvar a España” y que problematizó radicalmente tanto la historia como los símbolos y el lenguaje. Todos los personajes de la novela se definen en gran medida por sus posiciones ideológicas. También el Daràs, un moderno emulador de la familia Borja, siempre tenso por la rivalidad política y la codicia.
Aunque a veces está caricaturizado -su retrato de un cierto catalanismo cultural- y simplista, el deslumbrante ascenso político del protagonista se explica narrativamente por su carisma ibseniano y no por el contexto o su inteligencia ideológica. , El último de los valencianos tiene episodios intensos y pasajes de interés. En conjunto, y dejando a un lado una estructura abandonada y un estilo demasiado prolongado, tiene la virtud de representar al País Valenciano como una tierra ferozmente marcada por tabúes y traumas.
Source: Ara.cat – Portada by llegim.ara.cat.
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