2020 marcará un punto de inflexión en muchos aspectos: el más obvio es claramente el estallido de la pandemia Covid-19 y todo lo relacionado con ella. Pero también ha habido puntos de inflexión más silenciosos que no aparecieron en los titulares a diario. 2020 concluyó la década más cálida jamás registrada en todo el mundo y fue el año más cálido registrado en Europa.
Con 0,4 ° Celsius adicionales en comparación con 2019, es el siguiente paso en una tendencia alarmante de aumento de las temperaturas. En este momento, apuntamos a 3 ° de calentamiento global para 2030 e incluso la caída en las emisiones de gases de efecto invernadero durante el bloqueo de Corona fue, al final, nada más que una caída sobre una piedra muy caliente. En otras palabras: ¡Tenemos que actuar! La UE debe actuar y debe hacer todo lo posible para finalmente reducir las emisiones y cambiar el sistema hacia una energía verde y climáticamente neutra.
Simplemente no tenemos tiempo para un escaparate ecológico y terminologías engañosas como una reducción del 55 por ciento en las “emisiones netas”, como propuso el Consejo de la UE como contribución de Europa al Acuerdo de París. Un término que oculta el hecho de que los sumideros de carbono están incluidos en el cálculo, lo que lleva a una reducción real de las emisiones del 50,5 al 52,8 por ciento. Con esta estrategia, el Acuerdo de París seguiría siendo una ambición para siempre, pero nunca se haría realidad. Ahora, la pregunta es: ¿qué podemos, qué puede hacer Europa para cambiar el rumbo y frenar las emisiones de gases de efecto invernadero y para impulsar la energía verde en 2021?
Uno de los pasos más importantes es también uno de los más obvios: tenemos que invertir mucho en energías renovables, acabar con las subvenciones a los combustibles fósiles y descarbonizar la industria europea. En la primera mitad de 2020, el sector de la energía eólica demostró ser uno de los sectores energéticos más robustos, recaudando 14.300 millones de euros de nuevas inversiones en medio de una crisis económica. Además, las energías renovables representaron el 40 por ciento de la red eléctrica europea y el potencial futuro claramente va más allá de la simple construcción de más parques eólicos y paneles solares.
Como informó la Agencia Federal de Redes de Alemania esta semana, los hogares alemanes están pagando aproximadamente 1340 millones de euros en compensaciones a los proveedores de energía renovable, porque la red nacional de energía experimenta sobrecargas regulares, lo que provoca el corte de las fuentes de energía renovable. Alemania se comprometió a favorecer las energías renovables sobre los combustibles fósiles en la combinación energética nacional, razón por la cual los proveedores de energía limpia deben ser compensados. Una solución a este problema sería ampliar mejores infraestructuras para almacenar energía. Aquí, el hidrógeno verde puede desempeñar un papel crucial: el hidrógeno verde se genera en electrolizadores al dividir el agua en oxígeno e hidrógeno utilizando energía renovable, como la energía eólica o solar. El hidrógeno se puede almacenar con una alta densidad energética, lo que ayuda a equilibrar la oferta y la demanda de energía en Alemania y otras regiones de la UE, haciendo que nuestro sistema energético sea más robusto y flexible. De esta manera, dejaríamos de gastar dinero en energía que no se produce y proporcionaríamos a la industria europea, el sector del transporte y los hogares con energía limpia, almacenable y renovable.
Sin embargo, como el término ya sugiere, “invertir fuertemente” en esta transformación es costoso y la UE debería considerar adaptar su marco de financiación. En concreto, deberíamos desarrollar una nueva estrategia de ayudas estatales, que permitiría cubrir los costes extra que las empresas puedan afrontar en la fase de transición con un apoyo a los gastos operativos (OPEX).
Sin embargo, considerando que alrededor del 20 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero se originan en el comercio internacional, está claro que solo mirar a la UE internamente no será suficiente para descarbonizar nuestra industria y frenar las emisiones a nivel mundial. Necesitamos llevar el enfoque de carbono neutral al nivel del comercio internacional y establecer un sistema para contabilizar los costos ambientales que enfrentamos en el intercambio de bienes y servicios. En este caso, un mecanismo de ajuste de las fronteras del carbono (CBAM) eficaz puede tener en cuenta las externalidades comerciales y proteger la producción europea de alternativas baratas y perjudiciales para el clima de terceros países.
Más aún, incentivaría a las industrias de todo el mundo a ser más respetuosas con el clima y generaría innovación y creación de empleo en el mercado europeo. Garantizar un mecanismo de ajuste de las fronteras del carbono justo, transparente y eficaz es, por supuesto, un proyecto ambicioso y no está exento de obstáculos. En primer lugar, tiene que estar en consonancia con la Organización Mundial del Comercio (OMC), lo que requeriría renegociar los acuerdos arancelarios existentes bajo las reglas comerciales de la OMC. ¡Ambicioso, sí! Pero no imposible, especialmente considerando que ahora podemos esperar un nuevo tono diplomático de Washington, lo que nos permitirá seguir construyendo el puente climático transatlántico. Además de los marcos regulatorios y políticos, existen desafíos operativos que abordar.
Para que CBAM sea eficaz, necesitamos poder retroceder cualquier emisión derivada de un producto o servicio determinado. Pero aquí también hay soluciones. Esta vez de naturaleza digital: la tecnología Blockchain nos permitiría rastrear y rastrear las emisiones relacionadas con el comercio y nos ayudaría a asignar de manera justa y transparente los precios de los bienes y servicios comercializados.
En resumen, 2021 puede ser un año de oportunidades para la protección del clima y para reducir significativamente las emisiones. Pero la UE realmente necesita aprovechar esta oportunidad, sin puertas traseras, fondos falsos o más trucos lingüísticos. 2021 también marca el inicio de las negociaciones entre el Parlamento, el Consejo y la Comisión para la nueva Ley Climática Europea. Este será un indicador claro de si la UE está realmente comprometida con su Pacto Verde o si simplemente seguiremos diluyendo las promesas.
Source: New Europe by www.neweurope.eu.
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