“No tenemos idea de la magnitud de los daños”


“Todo el mundo piensa que la familia es un lugar de seguridad”, desliza la ginecóloga Ghada Hatem-Ganzer. Sin embargo, el ámbito familiar es el lugar de todas las violencias. Allí se insinúan con más impunidad que en otros lugares, ocultos tras los postigos de la chimenea. Y cuando se trata de impunidad, la sumisión química es extremadamente efectiva. Drogar a la víctima permite al agresor cometer un delito sin testigos. En 2021, se registraron 727 casos de ataques “facilitados por drogas”, dice Leila Chaouachi, doctora en farmacia que participó en la encuesta nacional sobre envío de productos químicos a la Agencia Nacional de Seguridad de Medicamentos (ANSM).

Pero, en realidad, “no tenemos idea de la magnitud de los daños”, se pregunta Emmanuelle Piet, presidenta del Colectivo Feminista contra la Violación. Desorientada y amnésica, “la mayoría de las víctimas no se conocen”, abunda Caroline Darian. Víctima colateral de la sumisión química, la cuarentona lanzó el lunes una campaña de sensibilización #MendorsPas para alertar sobre esta violencia, muchas veces invisible. Su padre está en prisión preventiva, acusado de haber drogado, violado y entregado a su madre a decenas de violadores durante diez años. Una década de esclavitud sexual silenciosa.

“El continuo de la violencia doméstica”

Chupitos en un club nocturno o GHB colados en un cóctel por la noche, la sumisión química ha sido publicitada en el ambiente festivo. Pero “en el inconsciente colectivo, la sumisión química estaría restringida al GHB en ambientes festivos”, lamenta el autor de Y dejé de llamarte papi. Pero “en el 90% de los casos, sea cual sea el método, es el cercano el enemigo, es el cercano el que viola”, recuerda Emmanuelle Piet. “Nadie se imagina que en el ámbito íntimo, familiar, uno puede ser maltratado o abusado químicamente. Sin embargo, es un fenómeno mucho más común y frecuente de lo que imaginamos”, dice Ghada Hatem-Ganzer, ginecóloga y fundadora de la Maison des Femmes 93.

“La manipulación de drogas por parte de hombres violentos es una primavera muy conocida”, recuerda Emmanuelle Piet, quien toma como ejemplo a estos hombres que confiscan o tiran las drogas que su pareja necesita, como la insulina. “Podemos ver la sumisión química como el continuo de la violencia doméstica. Cuando la víctima ya no recuerda, también es una palanca para humillarla. Decirle: “Nunca te acuerdas de nada, no tienes nada en la cabeza, mi pobre mujer”, ilustra la presidenta del Colectivo Feminista contra la Violación.

“Puede afectar a cualquiera”

Ghada Hatem-Ganzer, que participa en esta campaña de concienciación, espera que al “golpear la información”, los franceses comprendan que ellos “pueden estar preocupados, que sus familiares pueden estar preocupados”. “Absolutamente tenemos que dejar que la mayor cantidad de gente lo sepa. Hablar de los síntomas, decir que puede ser posible, que puede afectar a cualquiera”, insiste Caroline Darian. “Si me hubieran hablado del sometimiento químico, si hubiésemos mencionado públicamente los síntomas que se esconden detrás de este velo, podría haber intentado llevar a mi madre a las estructuras adecuadas para hacer los análisis toxicológicos”, respira. -Ella.

Drogada sin su conocimiento por su marido, su madre presentaba numerosos síntomas como agujeros negros, insomnio o caída del cabello. Con la esperanza de encontrar una solución a estos síntomas, recurrió a la profesión médica. Durante esta década de violencia sexual camuflada por las drogas, consultó a varios médicos generales, tres neurólogos y también a su ginecólogo. Ninguno de estos cuidadores pensó en la sumisión química. “Los profesionales de la salud no están absolutamente capacitados para reconocer este tipo de casos en sus pacientes”, agrega Caroline Darian, quien espera que esta campaña nacional permita establecer capacitaciones para los cuidadores.

“Nunca logramos obtener una investigación toxicológica”

Este es el primer paso porque “si no sabes que estás bajo sumisión química, no vas a ver a la policía”, enfatiza Ghada Hatem-Ganzer. Pero “se deben implementar acciones específicas para que la policía también esté facultada para comprender y considerar que, potencialmente, puede haber una sumisión química”, asegura Caroline Darian, y agrega que es urgente que “todas las partes interesadas estén sensibilizadas”. Una idea que seduce a Emmanuelle Piet que lamenta que “los profesionales estén muy lejos de pensar en eso”.

La presidenta del Colectivo Feminista contra la Violación también recuerda un caso en el que una “niña tragó un líquido amargo por la noche y amaneció sin memoria a la mañana siguiente, en la cama de su padre”. “Nunca logramos que la policía o los tribunales hicieran una investigación toxicológica”, lamenta, y agrega que “sin embargo, debería ser parte del arsenal policial y judicial”. En su asociación, que recibe las llamadas de las víctimas pero también las acompaña en ocasiones hasta el juicio, “tenemos muy pocos casos de sometimiento químico”, precisa sin embargo. Antes de añadir: “Pero desde el momento en que empezamos a hablar de ello, es posible que ahora tengamos mucho más. »


Source: 20Minutes – Une by www.20minutes.fr.

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